martes, 28 de diciembre de 2010

¿Perjudican las gafas de sol de mala calidad?


Definitivamente... Sí.

Desde 1995 todas las lentes solares tienen que acogerse a la normativa de la Comisión Europea 89/686/CEE.

Los fabricantes deben indicar claramente en las gafas el grado de protección de las lentes. y pueden venderse como tales, tan sólo si están adecuadamente marcadas con el símbolo CE, grabado en ellas. (Una simple pegatina en el cristal, no asegura que realmente hayan pasado la homologación)

Para lograr la marca “CE” las gafas de sol deben superar unos test exhaustivos que demuestran que están a la altura de su función. La CE clasifica las lentes de sol en 5 categorías, según la absorción de la luz visible. Estas categorías desgraciadamente no indican que la lente absorba más o menos radiación UV. En las gafas de sol, la absorción de la luz se debería indicar mediante las palabras: “100% UV Protection”, o la indicación: “UV 400 nm”.

El siguiente es un cuadro con la correspondiente explicación de la simbología CE:

El problema radica en que el grado de oscuridad del color de la lente no implica una mayor protección solar, sino que al contrario de lo que se pueda pensar, puede llegar a perjudicar mucho nuestros ojos.

La explicación a ese problema es tan sencilla como que el ojo tiende a dilatar más la pupila para compensar la mayor oscuridad de la lente. Y si esa lente no lleva un filtro de protección UV (Ultra Violeta) de una buena calidad, los UV inciden aún mas directamente en la retina -puesto que nuestros ojos se están engañando para abrir más aún la pupila que si no las lleváramos puestas- pudiendo provocar graves problemas, además de quemaduras irreversibles con efectos acumulativos.

El símbolo ”CE” seguido del grado de protección constituye una garantía esencial para el consumidor. Las lentes deben, no sólo filtrar la luz visible si no, sobre todo, la radiación UV. Y todo ello en las proporciones adecuadas.

Las lentes que no respondan a esta exigencia no sólo no son útiles sino que son peligrosas.

Otra de las cosas que hay que tener en cuenta son las aberraciones; si el pulido de la lente no es lo suficientemente uniforme, se producirán distorsiones en la visión, y aunque en un principio no llegemos a notar nada raro, a la larga pueden provocar dolores de cabeza y mareos. Si sumamos los efectos tenemos unas gafas que filtran la luz visible pero no la radiación UV y que provocarán que nuestras pupilas se dilaten instintivamente al detectar menos luz visible, ocasionando así que se produzca así una mayor entrada en el ojo de la radiación UV perjudicial. Se debe prestar especial atención a los niños ya que su cristalino es casi transparente hasta los 10 o 12 años, y absorben toda la radiación. Por tanto, no es nada recomendable comprarles gafas de sol de juguete o aquellas que no cumplan estrictamente con la reglamentación de la Comisión Europea.

Para no tener que arrepentirnos, la mejor garantía de adquirir un producto de calidad es acudir siempre a un establecimiento sanitario autorizado.

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